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32 Le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que pusiera la mano sobre él. 33 Entonces, apartándolo de la gente, le metió los dedos en los oídos, escupió y tocó su lengua. 34 Luego, levantando los ojos al cielo, gimió y le dijo:

—¡Efata! (que quiere decir: “Sé abierto.”)

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